Sarmiento voy a evocarte!



Visión extraordinaria de Sarmiento, voy a evocarte!... para que me ayudes a lograr en la pluma aunque mas no sea un poco de tu elocuencia y lucidez, y asi gritarle a esta Argentina inerte a que se resuelva de una vez por todas a atacar la única causa de sus males: la ignorancia.



En el mes de un nuevo aniversario de su nacimiento, es bueno recordar con gratitud a quien legó tanto bien a sus compatriotas contemporáneos y futuros, es decir Nosotros, que nos formamos casi todos en alguna escuela nacida de su potencia mental.

Cuán necesarios son hoy para la Argentina el empuje, la decisión y el coraje de un hombre que sabía que la educación lo es todo, y que a su lado todo es sacrificable.

San Martín y Belgrano lo sabían y lo pregonaban… sin un pueblo instruido, medianamente iniciado en una educación tanto académica como moral, nada alcanzará para el despegue y progreso del país.

Sarmiento fue un volcán encerrado en un hombre. Esa energía hacía falta para hacer tanto en tan poco tiempo y en un territorio gigante donde nada había. Un país atrasado, colonial, atado en su iniciativa, aislado, nulo en luces propias, supersticiosamente religioso, ignorante, a merced de la masa federal embrutecida y de sus caciques provincianos: ese era el escenario. Y él tiene por cierto y seguro que únicamente las luces del saber pueden hacer que esos habitantes anacrónicos saquen adelante una tierra tan rica, y que empiece a formarse un país.

Cuánto hay que agradecer a los unitarios liberales de ese tiempo que siempre supieron que había que dar paso a las ideas de progreso, a la educación de la niñez, al orden, a la ley, a la producción, tan negados por la sociedad colonial conservadora.



Sarmiento no fue perfecto, qué duda cabe, pero ante la magnitud de su obra me pregunto quién se atrevería a señalarle sus errores, ¿quién tiene autoridad moral para hacerlo? Haga alguien en su vida la mitad de lo que él nos legó y ni aún así se ganará el derecho de cuestionarlo.

Normalmente se lo combate con las anécdotas surgidas de sus ímpetus, con fotos puntuales de sus errores, (juzgados cómodamente 150 años después las más de las veces por personas cuya obra no le llega a la suela de los zapatos), pasando por alto la película total en que se constituyó su vida, cuyo sólo estudio debería ser casi obligatorio en las escuelas, colegios, universidades y, por qué no, en los despachos de nuestros desinteresados y abnegados diputados y senadores.

Sarmiento hizo tanto, generó tanto, plantó, cuestionó, removió y sacudió todo con tanto empuje que era casi imposible que no le surgieran detractores y enemigos. ¿Cómo no los iba a tener si sus ideas de progreso iban en contra de toda la rémora de ayer y de hoy: la oligarquía, los caudillos, los terratenientes, los federales, la religión, los políticos populistas, los vagos, los ineptos? Y además se las tuvo que ver con los burlones de media sonrisa de todas las épocas que invierten mas tiempo en comentar cuitas ajenas que en hacer algo útil con su tiempo, y que lamentablemente ocupan las bancas del congreso y las plumas de las redacciones que mas influyen en la opinión general. Sarmiento iba en contra de todo lo que representara el atraso, la corrupción y la miseria, por eso también su desprecio por la indiada y el gauchaje, a quienes veía poco dispuestos a sumar al progreso general, cuando ni siquiera atendían al propio. Y aún así Sarmiento los intentó ilustrar, promoviendo escuelas en medio de la interminable pampa.



Todos, quiérase a no, le debemos algo a Sarmiento. Cuanto menos un poco de respeto ante quien partiendo de la casi total pobreza cuyana se hizo un camino a machetazo limpio y a puro esfuerzo. Su vida es ejemplo de superación personal: aprendiendo francés e inglés casi en soledad, fundando diarios, escribiendo libros, creando albergues para gente necesitada, trabajando de lo que fuese para salir adelante, buscando apoyos para sus ideas de ilustración, recomenzando una y otra vez luego de una caída, y por supuesto su inagotable iniciativa.

Qué bien vendrían unas pocas gotas de la sangre de Sarmiento en nuestra clase política de tan bajo vuelo. Y decir clase política es como decir una gran porción del pueblo argentino (que de él sale) relajado y contaminado con la estupidez de tanto populismo, tanto igualitarismo a nivel sótano, y tanta frivolidad de mirada vacuna.



Vuelvo a evocarte, torbellino de San Juan, para que acerques un poco de elevación de miras y algo de dignidad profesional al periodismo amarillo de estos dias, para que la tromba rejuvenecedora y vivificante de tu lucidez con la pluma, despierte a la prensa y la sitúe en censor y guía de este pueblo tan pobre moralmente, como que hasta parecería ser capaz de reelegir a una ex presidente de despreciable haber moral con tal de verse nuevamente hoy con algo de dinero, ignorando completamente el mañana de sus hijos.



Rescato la figura de Sarmiento por haber unido su nombre al de Educación, hasta hacerlos casi sinónimos. Dar educación es uno de los actos mas generosos e inteligentes que pueda hacerse, y sobre todo si parte de un gobernante. Es muchas virtudes en una. No hay mayor bien que pueda hacerse que ayudar a preparar a otros para la adquisición de conocimientos y valores. El mundo debe su avance, sus logros, a la ciencia, una ciencia que alcanza sus hitos gracias a científicos formados desde niños en la pasión por el descubrimiento de las verdades naturales.



Sarmiento no escatimó esfuerzos, viajes, empeño, horas, sacrificio para que su palabra fuera escuchada. Siempre supo que todo se soluciona habiendo educación. La empresa, el empleo y el oficio se jerarquizan y crecen; la familia produce; las ideas florecen, el progreso se democratiza, el recurso se cuida, la palabra se respeta, la vida se valora, y el sólo avance que individualmente produce la ilustración hace que la pobreza general disminuya.



Toda semblanza o comentario biográfico sobre personas como Sarmiento tiene que servir para aprender de sus aciertos y asi seguir por el camino que en su momento dio resultados positivos. Por ello rescato para mí la certeza de que el futuro felíz está por el camino de la ilustración, la educación, la formación moral, ética y académico-técnica de las personas. Es la mejor defensa contra los totalitarismos, los atrasos, las desigualdades, el hambre, la falta de trabajo, y cualquier otro problema social y económico del país.



 German Raffetti Bourgaud

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