"Contrato Moral"



Se dice que el problema de la Argentina es un problema de confianza: el mundo no confía en la Argentina, o lo que es lo mismo, en los argentinos. Sinceramente, no me extraña.

¿Se puede recomponer la confianza herida? Si alguien no cumple con lo que dijo, lo que prometió, lo que aseguró ¿pueden algún dia las cosas volver a ser como antes entre las partes? ¿Puede volverse a inspirar confianza pese a todo?

Entiendo por confianza a la certeza que se tiene de que alguien o algo tendrá a futuro una conducta coherente y a la altura de los valores y cualidades que exhibió hasta el presente o que prometió tener. Por supuesto en el sentido del bien, pues lo contrario es la desconfianza y sobre eso es imposible predecir nada.
Más allá de promesas, la confianza propia o ajena se inspira y se respalda con hechos. Son la garantía de lo que se es o se dice. La confianza es como el dinero: representa un valor que se tiene guardado y que respalda lo que se presenta y exhibe, por ejemplo uno mismo. Si no hay valores guardados lo que se exhibe está vacío o es falso.
La certeza de que los valores que unen a las partes están vigentes y van a seguir estándolo, es vital para el progreso y la felicidad humanas.
Hay entonces, podría decirse, un “contrato moral” entre las personas que dicen estar unidas por algún vínculo, o por lo menos por quienes comparten conocimientos, valores, ideales y ubicaciones civilizadas ante la vida. Ese contrato moral es en cierta medida tácito, como sobreentendiendo que en ese conjunto de seres que conviven hay cuestiones básicas ya superadas o trascendidas y nadie ya considera que se vuelva atrás.

La gran pregunta entonces es:
Si se falta a esos conceptos, si se los traiciona, ¿pueden algún día las cosas volver a ser como antes entre las partes? ¿Se puede recomponer la confianza herida? Pensemos ejemplos de robos, mentiras, engaños, deslealtades, hipocresías o incumplimientos, en distintos vínculos como pueden ser los amigos, la pareja, la familia, las sociedades, las relaciones laborales, los países, los pueblos…
¿Cómo se recompone una relación traicionada? ¿Cuál es el tiempo de cura? ¿Cuánto lleva rehabilitarse? ¿Es el mismo tiempo el que le lleva al que se redime de su error del que le toma al ofendido llegar a la comprensión superadora que le permite volver a confiar?
Y mientras dura ese proceso de sanación mutua y el vínculo sigue: ¿con qué oídos se escucha lo que dice aquel que obró mal? ¿qué crédito se le da?
Si uno ha sido quien se equivocó, y lo sabe y quiere desesperadamente corregirse, ¿cuántas pruebas tendrá que dar para volver a inspirar confianza?

Tal como la imagen del plato roto que vuelto a pegarse aun muestra las fisuras, es lógico pensar que es posible comenzar un proceso de recomposición del vínculo, pero aún así las heridas, luego cicatrices, siempre estarán allí recordando lo sucedido.
Siento que sí, que cabe la posibilidad de reparación del error verdaderamente. La espiral evolutiva de cambio y regeneración constante que se observa en todo el Universo sugiere que el proceso de aprendizaje que todos vivimos habilita a seguir camino una vez hecho el cambio correspondiente. Sin embargo, intuyo que hay cuestiones cuya cura exceden al mismo tiempo los años de vínculo que se tienen en una vida humana.
Los errores, por ser parte del aprendizaje no pueden ni deben ser olvidados, sean propios o ajenos, sino se estaría cayendo en la ingenuidad o la necedad.
Es verdad que existe la facultad de perdonar y también la posibilidad de la redención, de corregirse, cambiar y saldar deudas, pero parecería que hay que hacer un gran trabajo de ambas partes para que todo sane y se reencauce el vínculo, y aun así el incidente no será olvidado. Lo más probable es que al principio la confianza no se pueda recuperar plenamente y el sentimiento quede disminuido y débil.

El caso ideal para la solución sería supongo que las dos partes luego de tratar con libertad el problema se pusieran de acuerdo en su solución, la una reconociendo el error, trabajando por no repetirlo y evidenciando un cambio, y la otra parte auscultándose en cuanto a no conservar rencor y llegar a sentir a su tiempo la comprensión liberadora que perdona el error ajeno.
Aun así, en todo el tiempo que debe transcurrir en este proceso, me pregunto cuántas luchas internas habrán de soportarse mientras se vive sin la certeza de saber que se  comparten los mismos valores nuevamente. Imagino que sólo la demostración de la nueva conducta repetida una y otra vez, es la que con el tiempo da esa respuesta.

German Raffetti Bourgaud

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