"Bondad se busca"
El mundo
necesita personas buenas y activas. Nobles, laboriosas, del lado del Bien,
incapaces de hacer daño a otros, ningún tipo de daño. Personas que no maten,
que no lastimen, no roben, no mientan, no engañen, no destruyan, no golpeen, no
ignoren…
¿De qué
sirve saber varios idiomas, tener títulos, y un Curriculum de diez hojas si se es mala
persona? Quizá se obtenga poder sobre el resto, y fama tal vez, pero nunca la
felicidad…
Un ser que
hace mal a otro, provoca dolor, sufrimiento, desesperanza, angustia, tristeza,
depresión, muerte… y eso, una vez consumado, no tiene vuelta atrás. Desandar el
mal es posible, pero cuesta mucho. Es imperioso evitarlo.
No
solamente las personas buenas de este mundo, las que sienten la necesidad de
hacer el bien a otros, tienen que estar activas, sino que es necesario aprender
a discriminar dónde está el bien y dónde no. No se puede hacer el bien a quien
se identifica con el mal, eso es injusto, es antinatural, es insultante a todo
lo bueno de la vida, ya que sería desconocer el justo valor de las cosas. No
todo da lo mismo.
No existen
excusas que justifiquen al que hace el mal a otros, ni el contexto social, ni
la economía, ni la tradición, ni la salud, ni los terceros, ni la pobreza, ni la
riqueza, ni la ideología, ni la venganza,… nada de eso es justificación válida.
Tendría quizá alguna validez si todas las personas que padecen de cierta
situación inexorablemente se vieran obligadas a actuar de la misma manera, sin
excepción. Pero como la realidad muestra que no es así, que en situaciones difíciles,
aún desesperantes, las personas actuamos de distinta manera, es evidente que
ante las peores adversidades se puede estar aún del lado del bien. Siempre, en
el instante decisivo, la elección que una persona hace termina siendo
individual, indelegable, propia, bajo responsabilidad del firmante.
La
educación oficial de la actualidad apunta a formar personas con conocimientos
técnicos, sociales, económicos, profesionales, legales, etc, pero deja de lado
lo moral y lo ético, aduciendo que eso es terreno reservado a lo que el ámbito
familiar pueda hacer.
Las
religiones han querido ocupar en parte, y según y cuando les convenía, ese
espacio de guía moral pero luego de varios siglos a todas luces han fracasado,
y en vez de ayudar han empeorado las cosas siendo doblemente responsables del
extravío humano, al hacer que la vida de gran parte de la humanidad se haya
quedado sin un incentivo superior que le dé sentido y estímulo.
Ante tanta
confusión y fanatismo generalizado, la cuestión ético-moral sólo queda hoy
protegida por las avanzadas de la humanidad, aquellos seres que todavía tienen
una herencia espiritual fuerte, activa, que les marca el norte del bienhacer
aún contra todo pronóstico y ante las mayores adversidades.
Por
supuesto que el mundo necesita de seres capaces, inteligentes, hábiles,
civilizados, educados, formados, ilustrados, pero nada de eso tiene el mínimo
valor sino está asentado sobre una sana bondad y un corazón noble.
German
Raffetti Bourgaud
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