"Somos antenas"



Hay dos imágenes que me ayudan en el esfuerzo por entender el vínculo entre las ondas y sus frecuencias, con la realidad interna del ser humano.

Una: para sintonizar una radio hay que mover el selector del dial de estación en estación. Cada emisora de radio emite en una frecuencia de onda determinada, esto permite que se oiga una por vez, sin que se superpongan los sonidos de dos emisoras. Asi, aunque todas las ondas en distintas frecuencias de todas las emisoras lleguen a la antena simultáneamente, mi aparato de radio reproduce sólo la que sintoniza, y las demás es como si no existieran.

Dos: puesta a cantar una soprano, en cierto momento las ondas de sonido de su voz hacen que una copa de cristal, o un vidrio u otro elemento, resuenen, vibren mas. Ese vidrio ha vibrado, ha resonado, porque tiene una frecuencia de onda afín con la que emite la cantante.

Estas dos imágenes me hacen pensar que:
En el ser humano ocurre parecido, somos como antenas que emitimos y recibimos ondas según nuestra frecuencia vibratoria. Emitimos ondas mentales en la frecuencia que vibran nuestros pensamientos y sentimientos, y a la vez, resonamos internamente con las ondas que nos llegan desde el exterior, afines a nuestro contenido mental.
Cuanto mas elevada sea nuestra vibración o la de nuestro contenido interno, mas ampliamente y mejor resonaremos o vibraremos a los estímulos mentales y espirituales que lleguen desde el exterior. Eso nos hace bien, al fortalecerse los elementos positivos que tenemos.
Una persona con una vibración muy baja, no puede resonar ante las vibraciones espirituales (de frecuencia mucho mas alta) que le lleguen, su “antena” no está capacitada para captar esas ondas ya que vibran en una frecuencia que no sintoniza, le resultan invisibles. De esa manera, no se sentirá atraída por cuestiones nobles ni altruistas ni superiores.

Sobre esta base, entonces veo que aumentar la frecuencia vibratoria propia es necesario y vital para el ser humano. Esto sería como ampliar la antena y también el dial para que el “resonador interno” de vibraciones altas, reaccione ante las que llegan del exterior de su misma frecuencia.
Cuanto mejor sea el contenido psicológico propio (pensamientos limpios, virtudes, sentimientos nobles, valores, proyectos, objetivos de progreso, etc), más rápido se resonará internamente o se captarán las vibraciones afines, resultando que ese mismo contenido positivo se fortalezca al verse alimentado.
Esto daría explicación a la simpatía o la atracción que se genera entre las personas con sentimientos y pensamientos afines, y a la antipatía o rechazo en el caso inverso. Tendría esto una vinculación, si se permite la imagen, con las ondas musicales o sonoras, es decir ondas que al juntarse componen un acorde armonioso, potenciándose y mejorando mutuamente, incrementando incluso su potencia. Esto se comprueba al escuchar los gritos o el canto del público en un partido de fútbol o en un concierto.

Resumiendo, lo que me queda de estas reflexiones es que los elementos de índole mental vibran en un determinado rango de frecuencias de onda, y es dentro de ese rango que se captan otras ondas que llegan del exterior, y así se resuena o se vibra.
Cada ser tenemos una determinada evolución, con un determinado contenido espiritual. Ese contenido espiritual, su haber mas noble, tiene átomos de vibraciones altas y eso es lo que nos hace mas o menos humanos, y lo que resuena o no ante el Bien que está impregnado en el universo. Por eso los humanos no somos iguales.

German Raffetti Bourgaud

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