"Peronismo: cáncer moral"


El peronismo nació por la viveza de quien le da nombre, que buen observador de varios problemas sociales de su época hizo los movimientos necesarios para que pareciera que los solucionaba, con el único fin, visto en perspectiva pasados los años, de la ambición personal y el poder. El Robin Hood nacional y popular llegó para quitarle al rico y regalarle al pobre; eso sí, asegurándose de dos cosas: de vivir como rico, y de que los pobres no desaparezcan. Observando la historia se ve hoy que los admiradores, dirigentes, cabecillas y aprendices descendientes de aquel Robin criollo se han cuidado de no apartarse de estas dos máximas eternas.

El peronismo ilusiona que da algo, pero en verdad no da nada. Regala la pelota que le sacó a otro, pero no te enseña a ganártela. Distribuye mal lo de todos, reparte lo ajeno y en el revoleo de marchas, reparaciones históricas y choripanes no se olvida de quedarse con un porcentaje, que a fuerza de repetirse y repetirse va cimentando la sed de poder y predominio.

Iguala para abajo, regala al vago lo que produjo el individuo con iniciativa.
Eterniza el problema, repartiendo las riquezas que generan los pocos entre los muchos que no producen nada.
Arma la ilusión de que democracia es sólo poder votar y una montaña de derechos. Para él, un habitante es un número, un voto, y valen lo mismo el del vago y delincuente que el del héroe civil.
Sólo le importa la cantidad, no la calidad. Mientras tanto, como está convencido (y convence) de que el problema argentino es sólo y únicamente económico (injusticia económico-social) se cuida bien de que sus funcionarios y mercenarios afines lo solucionen en primer término para sí mismos, engrosando sus cuentas bancarias mientras dilapidan el dinero público en el corto plazo, y asegurándose de que el vulgo que los sigue mantenga un consumo que satisfaga su estómago y su entretenimiento del fin de semana.

El peronismo populista, que se dice nacionalista pero que es un infame traidor a la Patria en el largo plazo, forma hombres y mujeres ambiciosos, sensibleros, de poca elevación de miras, ávidos del beneficio de ocasión, mercenarios, listos para borrar hoy lo que sostuvieron ayer, o relativizarlo según como den las encuestas. Todo es mediocre, todo es vulgar, trucho, total da lo mismo.

Siempre hay un enemigo contra el cual luchar: la anacrónica patronal-oligárquica-corporativista. Y el movimiento peronista, cual superhéroe, está aquí presente para defender al vulnerable. Pero pasan los años y el cuento se repite y el vulnerable no cae en la cuenta de que sigue siendo vulnerable y de que va a seguir siéndolo mientras confíe cándidamente en los intermediarios de su destino, arreadores de masas obedientes y funcionales.

Si hay algo por lo que la historia debería demandar una reparación al peronismo anti-argentino es por haber destruido gran parte del haber moral de la población, centrando el problema social sólo en lo material, ignorando y haciendo ignorar y aún despreciar los conceptos de merecimiento, esfuerzo, contraprestación, capacitación, obligación, responsabilidad, superación, o aun el mas general de educación, que son la llave de la libertad verdadera y permanente, y los que mas temprano que tarde darían por solucionados verdaderamente los problemas del pueblo.

Todos los populismos borran del interés popular la noción de los valores, que son las armas verdaderas que tendría que tener para solucionar por sí mismo sus problemas de vivienda, de trabajo, de progreso. Borrado eso, sólo queda la lucha salvaje y selvática por la supervivencia económica.
Y como en la actividad económica privada se evidencian las diferencias entre el ciudadano que tiene iniciativa y el que no, el que usa su inteligencia para el bien y el que no, el que busca el progreso y el que no,… Qué hace el populismo? Muestra esas diferencias como injusticias, inequidades, abusos que se cometen contra los que menos tienen… Bonito, no?

Llevándolo aun mas al extremo de lo indignante, una de las peores cosas que ha generado el peronismo, en su versión fanática “k”, es la increíble situación de que muchos argentinos admitan no importarles la corrupción o el grado ético-moral de sus gobernantes con tal de poder consumir, comprar, vender, gastar, viajar y darse todos los gustos posibles. Cosas que para algunas personas se tornan innegociables (como son la probidad ética mínima esperable de un gobernante o administrador), para este tipo de militancia dejan de tener total valor. “Roban pero hacen” ¿Se puede caer tan bajo? ¿Qué se puede esperar entonces de una persona para quien los valores no significan nada, o peor aún de un grupo de personas o de toda una parte de la sociedad que piensa de esta manera? A ese nivel se ha caído, tal el estado de putrefacción que afecta a una parte del haber moral nacional, macerado durante años y años de conveniencias, intereses y una elevación de miras hacia la vida que directamente es paralela al suelo, sino ya totalmente enterrada.

Tener poder, para el peronismo, es el fin de la vida, y el poder se obtiene con una billetera abultada, la llave de los tesoros de la Nación, y la modorra estúpida de la masa social entretenida. Por eso, todo buen peronista se ocupará de “tener” por sobre todas las cosas, el “ser” quedará para otras épocas.

PD: Antes de que a algún desprevenido se le escape algún prejuicio o intento de encasillamiento automático, aclaro que no adhiero ni soy oficialista, macrista, radical ni de ningún otro partido. Mi voto y mi pensamiento no están atados a fuerza política alguna.



German Raffetti Bourgaud

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